¿Villarruel y Pichetto tejen una alianza?: el tablero político se sacude ante una alternativa al experimento Milei

Política16 de julio de 2025
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La vicepresidenta Victoria Villarruel empieza a mover fichas con ambición presidencial. La novedad no es solo su intención, sino el silencioso pero potente acercamiento con un viejo zorro de la política: Miguel Ángel Pichetto.

El encuentro entre ambos no fue confirmado, pero tampoco desmentido. En el Senado, todos hablan de la reunión. Las fuentes consultadas por LPO aseguran que Villarruel le habría dicho al actual diputado nacional y líder de Encuentro Republicano Federal: “Yo voy a ser presidenta en 2027”. Una afirmación que lejos de sonar grandilocuente, confirma lo que se viene cocinando a fuego lento en los pasillos del poder: una alternativa política al modelo Milei, nacida desde sus propias entrañas.

Villarruel no es nueva en este juego. Ya dio señales claras de querer diferenciarse del Presidente. Su estilo más institucional, sus gestos hacia el peronismo tradicional —como colocar un busto de Isabel Perón en el Senado o acercarse a la hija de José Ignacio Rucci—, y su trabajo silencioso con gobernadores de diversos signos políticos, dan cuenta de un proyecto que no espera el permiso de la Casa Rosada.

Una vice en clave de poder
Desde su asunción, la vicepresidenta ha optado por fortalecer su propio espacio dentro del oficialismo. Mientras Milei dinamita puentes, Villarruel teje los suyos. Su presencia en actos con los gobernadores Maximiliano Pullaro (UCR – Santa Fe) y Osvaldo Jaldo (PJ – Tucumán) no pasaron desapercibidos. Tampoco sus encuentros —documentados— con figuras de peso como Mauricio Macri y Diego Santilli. Villarruel está jugando en varias canchas y su apuesta va más allá del Senado.

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En paralelo, Pichetto también acelera su armado. Viene de reunirse con Juan Schiaretti, el propio Macri, y mantiene diálogo abierto con figuras como Ignacio “Nacho” Torres, gobernador de Chubut. La obsesión del rionegrino es una: construir una fuerza de centro racional, con músculo peronista y anclaje territorial, que tome la posta cuando, según él, se agote la experiencia libertaria.

En ese sentido, el punto de convergencia entre ambos es claro: hay un hartazgo creciente hacia Milei, tanto en el Congreso como en las provincias. El malestar con los destratos verbales del Presidente, las internas con Karina Milei y la imposición de listas propias en distritos ajenos (al mejor estilo Menem noventista) están resquebrajando la frágil alianza que sostenía al gobierno.

Inteligencia, blindaje y sospechas
Villarruel no solo se posiciona políticamente. También blinda su espacio. En los últimos meses, reforzó el sistema de inteligencia y seguridad en el Senado. Desconfía. Siente que la espían. Y así como construye una narrativa de institucionalidad, también refuerza su costado más oscuro, rodeándose de militares retirados y agentes de inteligencia. Un dato que, según trascendidos, no habría caído bien a Pichetto.

Aun así, el diálogo avanza. La posibilidad de que Villarruel y Pichetto conformen un polo opositor desde adentro es tan real como preocupante para el Presidente. En ese esquema, no se descarta que comiencen a juntar los votos necesarios para torcerle el brazo a Milei en temas clave. El veto al aumento de las jubilaciones podría ser la primera batalla simbólica de esa construcción.

El 2027 ya comenzó
En la Argentina de los ciclos políticos vertiginosos, 2027 ya se juega. Y lo hace con actores que se mueven por fuera de los márgenes tradicionales. Villarruel ya no se esconde tras la figura de Milei. Y Pichetto, con olfato de viejo armador, no espera a que el barco se hunda para subirse al suyo.

Ambos construyen desde el centro. Pero un centro que no es tibio: es conservador, ordenado, con visión de Estado, y —sobre todo— con vocación de poder. En un país gobernado por un Presidente que confunde la gestión con el algoritmo, esta alianza puede representar el primer golpe real a su proyecto político.

La pregunta ya no es si Villarruel se prepara para competirle a Milei. La verdadera incógnita es cuántos más están dispuestos a acompañarla. Y cuántos menos seguirán esperando que el león baje del Palacio para ver cómo vive el pueblo.

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