Milagro en el aeropuerto: suben al avión en silla de ruedas y bajan caminando
Los controles son difíciles y los abusos perjudican a las personas que sufren verdaderas discapacidades
Actualidad
Redacción
El milagro no ocurre en el aire ni exige fe. Sucede en la manga del aeropuerto, justo después del aterrizaje. Pasajeros que subieron al avión en silla de ruedas se ponen de pie, toman su equipaje de mano y avanzan solos hacia la cinta. La escena se repite con tanta frecuencia que ya tiene nombre.
Un patrón que se repite
Carlos Gómez lo advirtió tras un vuelo reciente desde Guadalajara. El embarque se retrasó y preguntó el motivo. No hubo problemas climáticos ni faltante de tripulación: 25 pasajeros necesitaban silla de ruedas para subir al avión. Al llegar a destino, esa necesidad desapareció. La mayoría caminó sin asistencia.
La explicación llegó de boca de una azafata. Según le dijo, muchos pasajeros sin discapacidad solicitan el servicio para obtener una ventaja: escolta por la manga, prioridad de embarque y acceso temprano al espacio de equipaje. Al final del vuelo, cuando deben esperar asistencia para descender, la urgencia se diluye.
La asistencia como atajo
No se exige documentación médica. Los pasajeros completan un formulario breve y reciben el servicio. En algunos vuelos, relató una azafata, llegan a subir hasta 50 sillas de ruedas en aviones con capacidad para 130 personas.
“Hace que una experiencia ya caótica sea todavía más lenta”, dijo Gómez, que afirmó notar este tipo de pedidos cada vez que viaja.
Un fenómeno que llegó a las redes
En un artículo publicado por el Wall Street Journal, la periodista Natasha Dangoor señala que en redes sociales el fenómeno fue bautizado “Jetway Jesus”, una referencia irónica a la supuesta curación que ocurre entre el aterrizaje y la puerta del avión. Los videos hablan de “vuelos milagro” y muestran recuperaciones súbitas que despiertan risas, enojo y controversia.
Videos, ironía y exhibición del atajo
En TikTok, algunos usuarios muestran el uso de la asistencia como una forma de evitar filas o no perder conexiones. Raphael Miranda, técnico en oftalmología de 28 años, contó en un video que usa a su abuela para moverse más rápido por el aeropuerto. “Ella camina bien”, dijo, pero explicó que la silla les permite avanzar sin demoras.
Otros posteos relatan situaciones similares, a veces en tono humorístico, con mensajes como: “La vez que mis amigos y yo usamos asistencia en silla de ruedas para no perder el vuelo de regreso a EEUU”.
El enojo silencioso a bordo
No todos lo toman con gracia. Ano Kashumba, trabajadora de la salud de Tampa, voló a Los Ángeles en octubre y vio subir a unas 15 personas en silla de ruedas. Al aterrizar, solo cinco necesitaron asistencia. “¡Esa sí que es una buena curación!”, ironizó.
Kashumba usó el servicio en el pasado por una discapacidad real. Dijo percibir la molestia de otros pasajeros durante el embarque, aunque nadie enfrentó la situación. “Usar una discapacidad para sacar ventaja es preocupante para la sociedad”, afirmó.
Un problema operativo que se acumula
Las demoras también afectan a las tripulaciones. Janae Porter, ex azafata de Air Canada, relató situaciones en las que los vuelos se atrasaron porque no había suficientes sillas disponibles. En una ocasión esperó una hora con un pasajero que realmente necesitaba asistencia, mientras el resto de las sillas seguía ocupada.
“Hay mucho trabajo detrás que estas personas no consideran cuando piden ayuda”, dijo Porter, que vive en London, Ontario. En aeropuertos grandes, reconoció, la necesidad puede resultar verosímil; en pueblos pequeños, con recorridos mínimos hasta la puerta, el uso estratégico queda expuesto.
Qué dicen las aerolíneas
Según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), las aerolíneas reportaron un aumento en los pedidos de asistencia en aeropuertos. Algunas condenaron el abuso del servicio, aunque endurecer los controles implica riesgos: existen discapacidades no visibles —como autismo o demencia— que dificultan la circulación en espacios saturados sin apoyo.
El fenómeno generó tensiones particulares en Southwest Airlines, donde la ausencia de asientos asignados incentivó el preembarque. La empresa anunció que implementará ubicaciones fijas para reducir el desorden. Mientras tanto, en las cabinas el tema circula como humor interno. Porter contó que, entre colegas, hacen apuestas silenciosas sobre cuántos pasajeros “curados” caminarán al llegar. En algunos aeropuertos, dijo, la escena ya resulta previsible.





