Dante Gebel y la política del desencanto: cuando la Argentina busca respuestas fuera de la política
Análisis InfoGo
RedacciónEn los últimos días comenzó a circular, casi como un murmullo que crece, un nombre inesperado de cara a 2027: Dante Gebel. Pastor evangélico, comunicador, conferencista internacional, figura con millones de seguidores y una presencia mediática que excede largamente los templos y los púlpitos.
No proviene de la política tradicional. No militó partidos, no gestionó Estados, no disputó internas. Pero sí domina algo que hoy vale tanto como una estructura: la atención, el escenario y el discurso emocional en una sociedad agotada.
La sorpresa no está en el nombre.
La sorpresa es el contexto que lo vuelve verosímil.
Outsiders, fe y hartazgo
La Argentina atraviesa un ciclo de desconfianza profunda hacia la política profesional. Dirigentes desacreditados, promesas incumplidas, una sensación persistente de fracaso colectivo. En ese terreno fértil, las figuras “outsider” dejan de ser una rareza para transformarse en síntoma.
Gebel no habla como un dirigente. No discute presupuestos ni reformas estructurales. Habla de sentido, de dolor, de esperanza, de propósito. Y eso conecta. Especialmente con jóvenes que no se sienten representados por el lenguaje técnico, frío y repetido de la política tradicional.
No es nuevo. Ya ocurrió.
Primero con empresarios.
Después con panelistas.
Ahora con líderes espirituales.
El problema no es Gebel
Sería un error reducir el análisis a la persona. El problema no es Dante Gebel. El problema es una política que dejó vacante el lugar del sentido, del relato que ordena, del horizonte colectivo.
Cuando la política no explica, no cuida y no entusiasma, otros ocupan ese espacio. No necesariamente con malas intenciones, pero sí con lógicas distintas, donde la fe, la emoción o el carisma reemplazan al debate democrático y a la rendición de cuentas.
La pregunta de fondo no es si un pastor puede o no ser candidato.
La pregunta es por qué la sociedad empieza a buscar salvadores en cualquier lado.
Entre la democracia y el mesianismo
La historia argentina ya conoce este péndulo peligroso: cuando el desencanto es profundo, aparece la tentación del liderazgo providencial, del que promete sanar, unir y resolver sin pasar por el barro de la política.
Pero la democracia no se construye con revelaciones ni con aplausos multitudinarios. Se construye con instituciones, conflicto, acuerdos y límites. Con dirigentes que rindan cuentas, no con figuras intocables.
Si hoy el nombre de Dante Gebel circula como posibilidad política, no habla de él.
Habla de una dirigencia que perdió credibilidad.
Habla de una sociedad cansada.
Habla de un vacío que nadie logró llenar.
Y cuando los vacíos no se ocupan a tiempo, otros lo hacen.





