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Cuando la capital vota al revés, todo el poder se sacude

Editorial Por Ale Carrupán

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La Libertad Avanza se impuso con contundencia en la ciudad de Neuquén, el territorio político de Mariano Gaido, el intendente que se transformó en la principal espada territorial del gobernador Rolando Figueroa y de su proyecto, La Neuquinidad.
El mileísmo ganó en 24 de los 25 circuitos electorales de la capital y, desde allí, construyó la victoria que definió el resultado provincial.

🔹 Un golpe en el corazón del oficialismo
El 42,5% del electorado neuquino vive en la capital. Por eso, la derrota en ese distrito no fue un detalle: fue el epicentro del sismo político que sacudió al oficialismo.
Durante la campaña, Gaido fue el rostro visible del proyecto de Figueroa dentro de la ciudad: recorrió obras, encabezó actos, acompañó a los candidatos Julieta Corroza, Juan Ousset, Karina Maureira y Joaquín Perrén, los nombres que se pusieron al hombro la lista de La Neuquinidad.
Sin embargo, solo Corroza y Maureira lograron ingresar al Congreso.

En paralelo, Nadia Márquez encabezó la lista de La Libertad Avanza y sacó casi 25 mil votos de ventaja. El espacio libertario se consolidó como la fuerza más votada de la provincia, obteniendo dos bancas en Diputados con Gastón Riesco y Soledad Mondaca, quienes superaron por 7 mil votos a la nómina oficialista.

🔹 La capital, el epicentro del castigo
En el departamento Confluencia, que reúne a Neuquén capital, Centenario, Plottier, Vista Alegre, Senillosa, San Patricio del Chañar, Sauzal Bonito, Cutral Co y Villa El Chocón, La Libertad Avanza amplió aún más su diferencia: más de 10 mil votos en la categoría Diputados y 27 mil en la de Senadores.
Solo en la capital, La Neuquinidad perdió por más de 17 mil votos en el tramo al Senado y por 10 mil en Diputados.
Una demostración de fuerza que dejó al desnudo la vulnerabilidad del oficialismo en el principal centro urbano de la provincia.

🔹 Después del golpe
Tras el resultado, Rolando Figueroa reconoció el triunfo libertario y rápidamente sentó a Mariano Gaido en la mesa de la derrota. El intendente acompañó a los candidatos de La Neuquinidad, sin pronunciar palabra.
Al día siguiente, retomó su agenda municipal y el eje de gestión: un plan de obras públicas que absorbe el 45% del presupuesto local, un porcentaje récord en el país.
Neuquén capital lidera el ranking nacional de inversión en infraestructura, superando en 20 puntos porcentuales a Paraná, su seguidora inmediata.

Gaido conserva una alta imagen y cuentas ordenadas, pero el desafío ahora no es administrativo: es político.
Debe definir su sucesión y reconfigurar su lugar dentro del esquema de poder provincial. Su entorno asegura que “no habrá apresuramientos” y que mantendrá la alianza con Figueroa, mientras prepara su viaje a Río de Janeiro para la Conferencia de Tecnología Offshore, donde se debatirá el futuro energético.

Pero el análisis interno vendrá después. Las urnas ya hablaron, el mensaje fue claro, la derrota en la capital no fue un accidente: fue una advertencia.
Más que un plebiscito a la gestión de la ciudad, fue un plebiscito al gobierno provincial, siempre fué así, por mas que se niegue, porque si el resultado hubiese sido favorable, era "un espaldarazo a la gestión", de todas maneras Gaido sale con de esta elección con (golpes, contusión, sin herida).
El voto neuquino no se explicó por las obras ni por la gestión: se explicó por el humor social, por el cansancio de la vieja política, por la demanda de un cambio más profundo, además quedó clarísimo que las estrategias basadas en la difamación, los ataques personales no tienen efecto en Neuquén.

El mileísmo entendió algo antes que los demás: el hartazgo también se organiza, los neuquinos están virando a la derecha, sumado a que el 49% del padrón es menor de 39 años, es muy difícil ver venir a quien decide y milita desde el algoritmo.

En un electorado cada vez más informado y sensible a la manipulación, el ciudadano neuquino no votó miedo, quizás enojo: pero votó independencia y con independencia.

La Libertad Avanza ganó en el corazón del poder neuquino.
Y cuando la capital se mueve, toda la provincia tiembla, este es un mensaje que el gobierno no debe subestimar, queda un año y medio más, y en la Argentina como en Neuquén todo puede pasar.

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