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Después de Espert El mapa electoral tras la crisis libertaria: qué necesita Fuerza Patria para convertir el 26-O en un punto de inflexión

OPINION Por InfoGo

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Con La Libertad Avanza en retroceso y el oficialismo fragmentado, el peronismo de Fuerza Patria se posiciona como la única estructura con capacidad real de disputa nacional.

Las proyecciones internas estiman que, con una performance similar a la del 7-S bonaerense y algunos resultados sorpresivos en provincias clave, podría alcanzar el umbral del 35 % a nivel país. Pero el escenario exige algo más que aritmética: requiere un golpe político que capitalice el desgaste del mileísmo y reorganice el voto opositor.

 
Un tablero alterado por la crisis Espert
El estallido del caso que involucró a José Luis Espert y precipitó su renuncia marcó un antes y un después en la campaña libertaria. Hasta fines de septiembre, el oficialismo mantenía una intención de voto cercana al 40 %, según Management & Fit. Hoy, el derrumbe de credibilidad en torno a su discurso anticasta impacta de lleno en su núcleo electoral, mientras el peronismo —que eligió no sobreactuar la crisis— consolida presencia territorial y un discurso de reconstrucción institucional.

 
La ecuación peronista: sostener el piso, forzar batacazos
Los estrategas de Fuerza Patria trazan una ecuación clara: repetir el resultado bonaerense del 7 de septiembre, cuando superó el 47 %, equivaldría a asegurar casi 18 puntos del total nacional. Sumando los rendimientos tradicionales del norte y la Patagonia, el bloque podría escalar a los 35 puntos, un registro que lo colocaría a tiro de la victoria legislativa.

El desafío, sin embargo, se concentra en la “franja media” del país —Centro y Cuyo— donde el voto no peronista tiende a fragmentarse, pero aún conserva volumen. Allí el PJ apenas lograría reunir 6 puntos combinados, lo que obliga a buscar impactos en distritos estratégicos como Santa Fe, Tucumán y Chaco.

 
Los distritos clave: seis provincias que definen la elección
Santa Fe se transformó en la gran incógnita. Con un padrón del 8 % nacional, la dispersión opositora abre una ventana para que el peronismo recupere su histórico 30 %.
En Tucumán, la conducción de Osvaldo Jaldo podría superar el 50 %, consolidando casi dos puntos nacionales.
Santiago del Estero mantiene el dominio del Frente Cívico, que aportaría otro punto y medio.
En Chaco, la reunificación entre Jorge Capitanich y Aída Ayala le devuelve competitividad al espacio.
Entre Ríos y Mendoza, con contextos menos favorables, podrían sumar un punto y medio adicional si las listas kirchneristas logran sostener sus pisos.

 
Norte y Patagonia: entre el voto cautivo y el efecto simbólico
En el Norte Grande, el peronismo busca recuperar terreno tras un 2023 adverso. Los diez distritos de la región representan casi un cuarto del electorado nacional y podrían contribuir con más de siete puntos.
La Patagonia, pese a su menor peso demográfico, podría convertirse en el eje simbólico de la remontada. En Río Negro, la interna libertaria y la controversia judicial que rodea a Lorena Villaverde ofrecen margen para una victoria ajustada. En Chubut, un repunte peronista que lo ubica por encima del 35 % sería interpretado como una señal política de recuperación tras años de retroceso.

 
El clima electoral: entre la desconfianza y el voto útil
A menos de tres semanas de la elección, el humor social transita entre la desilusión con el oficialismo y la cautela hacia las alternativas. El peronismo busca presentarse como un proyecto de gobernabilidad y moderación, frente a un Gobierno que atraviesa su etapa más errática desde el inicio de la gestión Milei.

La caída del consumo, la crisis del “Karinagate”, las tensiones con Estados Unidos y la parálisis económica han erosionado la narrativa libertaria del “plan motosierra”. En ese contexto, la estrategia de Fuerza Patria apunta a capturar el voto desencantado de clase media, un segmento que podría definir la elección si se concentra en torno a una opción opositora con chances reales.

 
Conclusión: una elección abierta, pero con dirección
El peronismo no llega al 26 de octubre con garantías, pero sí con un diagnóstico certero: el ciclo de expansión libertaria parece agotado. La incógnita no es si podrá crecer, sino cuánto y dónde.
Mientras Milei intenta recomponer autoridad en medio del vendaval interno, la oposición peronista prepara el terreno para un eventual reposicionamiento nacional.
La disputa no es sólo por bancas —es por la narrativa política del día después.

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