

El gobierno de Donald Trump entró en crisis presupuestaria tras el fracaso de las negociaciones con los demócratas, lo que derivó en un shutdown (cierre parcial de la administración federal). La parálisis estatal coincide con la discusión sobre la controvertida asistencia financiera a la Argentina, impulsada por la Casa Blanca en beneficio de la gestión de Javier Milei.
Un colapso administrativo en medio de la campaña
El cierre del gobierno estadounidense afecta a cientos de miles de empleados federales y paraliza áreas clave de la administración. Trump respondió con amenazas de recortes y despidos masivos, principalmente en dependencias vinculadas a la agenda demócrata.
El escenario político interno se volvió aún más delicado porque la crisis presupuestaria golpea directamente la credibilidad de la ayuda económica prometida a Milei, que consistía en un swap por 20 mil millones de dólares, compras de bonos argentinos y un préstamo directo del Fondo de Estabilización del Tesoro norteamericano.
El salvavidas a Milei, bajo fuego cruzado
El anuncio de la semana pasada le otorgó al gobierno argentino unos días de calma financiera, pero el efecto se diluyó rápidamente y el mercado cambiario volvió a tensarse. En respuesta, la Casa Rosada aceleró gestiones para una bilateral entre Milei y Trump en la Casa Blanca, prevista para la semana previa a las elecciones de octubre.
Sin embargo, la iniciativa desató resistencias en Washington y en los mercados internacionales. Dirigentes de la propia base republicana reprochan a Trump el uso de fondos públicos para sostener a un presidente extranjero, en abierta contradicción con su lema de campaña “America First”.
Incluso sectores económicos clave se manifestaron en contra: los productores sojeros protestaron por la quita de retenciones en Argentina, medida que beneficia directamente a la exportación argentina en detrimento de la competitividad estadounidense.
Fracturas dentro del gabinete y oposición en el Congreso
La ayuda a Milei también abrió fisuras dentro del gabinete republicano. La secretaria de Agricultura expresó su malestar directamente a Scott Bessent, el secretario del Tesoro, y semanas atrás trascendió que el secretario de Estado, Marco Rubio, se oponía terminantemente al rescate financiero.
A esta interna se suma la presión legislativa. Un grupo de senadores demócratas, entre ellos Amy Klobuchar y Elizabeth Warren, envió una carta a Trump exigiendo que detenga la asistencia. El documento denuncia que el plan significa “utilizar dinero de los contribuyentes para financiar la campaña de reelección de un presidente extranjero” y que, al mismo tiempo, perjudica a los agricultores estadounidenses.
“En lugar de subsidiar a un país extranjero para influir en las elecciones intermedias a favor de su amigo, deberían priorizar la reducción de costos para las familias estadounidenses y el fortalecimiento de la competitividad agrícola del país”, señalaron.
Incertidumbre bilateral
El panorama abre un doble frente de incertidumbre: mientras Trump busca sostener su narrativa de liderazgo global pese al colapso administrativo interno, Milei apuesta a una ayuda financiera cuya viabilidad se vuelve cada día más cuestionada en el Congreso norteamericano, en el gabinete republicano y en los mercados.
En este contexto, la reunión bilateral prevista en Washington aparece más como un gesto político electoral que como una garantía de financiamiento real.

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