Editorial | La gestión Koopmann y la apuesta estratégica por el asfalto

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En Zapala, la obra pública continúa consolidándose como eje rector de la gestión municipal. Pese a las dificultades impuestas por la veda climática y las demoras logísticas propias de este tipo de intervenciones, el gobierno local ha fijado un objetivo ambicioso: incorporar entre 150 y 200 nuevas cuadras de asfalto en los próximos meses. No se trata de un anuncio más en el calendario político, sino de una meta que, de concretarse, modificaría sustancialmente la trama urbana y la movilidad de la ciudad.

La planificación contempla barrios históricamente postergados en materia de pavimentación, como Don Bosco, Huailén, 180 y 186 Viviendas, junto con el sector de la ex Ruta 14, una arteria estratégica no solo por su circulación sino también por su valor urbanístico. En este último caso, el desafío excede la colocación de asfalto: implica un rediseño integral del espacio, con loteos y una revalorización visual de un corredor que se ha convertido en puerta de acceso para miles de zapalinos.

El secretario de Planificación Urbana y Obras Públicas, Gustavo Caviasso, fue claro al explicar que el cronograma dependerá de las condiciones climáticas y de la capacidad operativa de las empresas adjudicatarias. La ejecución, sin embargo, se proyecta hasta diciembre, con un reinicio previsto en febrero, en sintonía con la estacionalidad que marca la región.

Más allá de los plazos, los datos son elocuentes: en los últimos seis años, la gestión municipal logró concretar el 50% del total del asfalto ejecutado en toda la historia de Zapala. Esa cifra sintetiza el sentido estratégico de la inversión pública y evidencia un cambio de paradigma en la infraestructura local.

Pero la pavimentación no solo significa calles nuevas. También implica obras complementarias de envergadura, como el traslado de redes cloacales al eje de calzada y la posterior instalación de señalética vial, indispensables para ordenar la circulación y garantizar la seguridad urbana. La coordinación entre el municipio y la Cooperativa de Energía Eléctrica de Zapala (CEEZ) será determinante para avanzar en este proceso.

En este escenario, la búsqueda de financiamiento provincial se convierte en una pieza clave. Sin los recursos externos, difícilmente podría sostenerse el nivel de ejecución previsto. Allí radica la verdadera apuesta de la gestión Koopmann: articular esfuerzos con otros niveles del Estado para transformar la infraestructura local en un horizonte tangible y no en un catálogo de promesas.

Zapala enfrenta, una vez más, el dilema de toda ciudad intermedia: crecer con planificación o expandirse de manera desordenada. El pavimento es, en este sentido, más que una obra visible. Es una herramienta de integración territorial, de revalorización barrial y de proyección a futuro.

El desafío ya no pasa solo por la cantidad de cuadras asfaltadas, sino por la capacidad política de sostener una estrategia que entienda a la infraestructura como motor de desarrollo. Ese, y no otro, es el verdadero legado que la gestión Koopmann busca dejar en la historia urbana de Zapala.

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