Villarruel cruzó a Lemoine e influencers libertarios y encendió la interna oficialista

La vicepresidenta Victoria Villarruel llevó la interna libertaria a los tribunales. Denunció penalmente a la diputada oficialista Lilia Lemoine y a un grupo de conocidos influencers libertarios, a quienes acusa de calumniarla, injuriarla y hasta de incitar a la violencia. Pero lo que encendió aún más la mecha fue su pedido a la Justicia para que se investigue si algunos de ellos reciben financiamiento del propio Estado nacional para operar desde las redes sociales.

El escrito judicial presentado por Villarruel no sólo plantea que las agresiones en su contra vulneran su honor, su seguridad personal y familiar, sino que deja una advertencia con fuerte tono político: si se comprueba que estos operadores digitales están bancados con fondos públicos, estaríamos frente a un escándalo institucional de primer orden.

"No se descarta —y eso deberá arrojarlo la investigación— que estos actores estén sostenidos por dinero del erario público", sostuvo Villarruel, sugiriendo que podría haber delitos aún más graves encubiertos tras la difamación.
Entre los denunciados figuran usuarios activos del ecosistema libertario en redes como El Pubertario, Nicky Márquez y El Trumpista. Pero la acusación más resonante recae sobre la propia diputada Lilia Lemoine, una de las voces más estridentes del oficialismo digital, quien —según Villarruel— estaría utilizando su banca y su visibilidad para difundir acusaciones falsas y operar en su contra.

La vicepresidenta fue contundente: “Si Lemoine considera que poseo conductas delictivas, que lo denuncie formalmente ante la Justicia y no en Twitter. Difundir falacias es una falta a la Ley de Ética Pública”.

En su denuncia, Villarruel también puso el foco sobre el alcance de las redes sociales y el daño personal que, afirma, le han provocado: “La viralización inmediata de estas publicaciones tiene un impacto directo sobre mi integridad, la de mi familia y mi círculo íntimo. No es sólo una agresión: es una amenaza velada a mi seguridad”.

La denuncia marca un punto de quiebre en la interna libertaria. No es sólo una disputa de egos: es una batalla por el control del discurso, por los recursos del Estado y por el poder real dentro del oficialismo. Y la vicepresidenta, hasta ahora en segundo plano, acaba de demostrar que no piensa quedarse callada.