Villarruel se despega del Gobierno y teje acuerdos con gobernadores peronistas, mientras Casa Rosada la expulsa del núcleo de poder

Política Por Redacción Política | Infogo Diario

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En medio de la creciente tensión interna del oficialismo, Victoria Villarruel desafía abiertamente el cerco político que le intenta imponer la Casa Rosada. Mientras el vocero presidencial, Manuel Adorni, la deja fuera del gobierno “desde hace muchísimo tiempo”, la vicepresidenta avanza en silencio en una agenda paralela que incomoda a Javier Milei: una serie de negociaciones con gobernadores peronistas para empujar leyes que el Ejecutivo amenaza con vetar.

“El Presidente considera que no es parte de la gestión… no comparte los objetivos de este Gobierno”, declaró Adorni con tono de cierre definitivo desde Balcarce 50. Pero lejos de replegarse, Villarruel refuerza su protagonismo institucional en el Senado y se mueve como una jefa política con autonomía propia.

Detrás del conflicto público por el aumento a jubilados, el rechazo a subas en combustibles y la emergencia en discapacidad —proyectos que contaron con el aval de Villarruel— se esconde un entramado más profundo: la construcción de una alianza transversal con mandatarios provinciales, con eje en el reclamo por fondos coparticipables y mayor federalismo.


En apenas un mes, Villarruel pisó Rosario con Maximiliano Pullaro (20 de junio), recorrió Tucumán en el 9 de julio —aunque el gobernador Osvaldo Jaldo se excusó de recibirla—, compartió escenario con Raúl Jalil en Catamarca y sumó una postal de alto voltaje con Gerardo Zamora en Santiago del Estero.

En todas esas visitas, desde los entornos provinciales se apuraron en aclarar que se trató de "actividades protocolares". Pero la lectura política es inevitable: Villarruel activa su propio canal de diálogo con el peronismo territorial y ofrece una interlocución directa que escapa del verticalismo mileísta.

“Está dispuesta a habilitar todo lo que sea en beneficio de las provincias”, reconoció un gobernador del PJ. Incluso deslizó que antes del cierre de listas en Buenos Aires, emisarios de Villarruel habían transmitido su respaldo a los reclamos federales.

El rol clave de José Mayans
Las conversaciones con los gobernadores estarían siendo articuladas por el senador formoseño José Mayans, viejo ladero del peronismo y conocedor de los engranajes legislativos. “La idea es avanzar con algunas leyes antes de que cambie la composición del Congreso”, explicó un legislador cercano a las negociaciones.

En la mira están los recursos de la Hidrovía, la redistribución de partidas y otros temas que los gobernadores buscan instalar con fuerza. De hecho, ya tienen prevista una cumbre en el Consejo Federal de Inversiones (CFI) para mediados de agosto, en la que podrían definir una nueva ofensiva parlamentaria.

La Casa Rosada responde con veto y exclusión
Para el oficialismo libertario, cualquier desvío del programa económico se convierte en amenaza. “Vamos a vetar todo lo que rompa el equilibrio fiscal”, insistió Adorni, en una frase que no solo apunta al Congreso, sino también a la propia Vicepresidenta.

Desde el entorno presidencial ven en Villarruel no solo una disidencia interna, sino una competencia por poder real. Por eso la corren del relato oficial y le niegan peso político: “No forma parte de este proyecto”, remarcó el vocero, como si hablara de una opositora.

Pero la Vicepresidenta, lejos de replegarse, ya hace sonar su teléfono. En los últimos días, al menos dos senadores aliados recibieron llamados directos de ella. Según confiaron, se mostró “entusiasta” y “con iniciativa”. “Está decidida a reconstruir una mayoría, pero hay que ver con qué nombres”, deslizó uno de ellos.

El tablero está en movimiento, y la grieta no es sólo entre oficialismo y oposición. También atraviesa al propio Gobierno, donde Villarruel empieza a jugar su propio partido.

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