
El Gobierno refuerza la presencia del jefe de Estado en el interior ante la posibilidad de que haya un escenario de tercios en los cinco distritos en los que competirá la alianza de Provincias Unidas.
Después de décadas de hegemonía y con la autoestima golpeada, el Movimiento Popular Neuquino anunció que no competirá en las elecciones legislativas nacionales de 2025. No es que no quieran, es que no pueden. O al menos, no sin arriesgarse a otro revés que termine de erosionar su ya desdibujado capital político.
La decisión fue tomada por la Junta de Gobierno y comunicada en un documento que intenta ponerle épica al repliegue: hablan de “madurez institucional” y “gesto de responsabilidad”. Pero detrás del lenguaje diplomático se esconde una verdad incómoda: el partido que gobernó Neuquén durante más de 60 años no tiene hoy ni candidatos potables ni una estructura territorial que lo sostenga en campaña.
El partido que fue imperio ahora teme exponerse
Desde que Rolando Figueroa les arrebató el bastón de mando en 2023, el MPN quedó acéfalo de poder real y sin un plan claro de reconstrucción. El comunicado lo admite entre líneas: “No participar hoy evita un retroceso mayor mañana”. Es decir, mejor no presentarse antes que quedar en evidencia.
Tres caminos evaluaron: competir con lista propia (sin estructura), sellar una alianza (que no prosperó) o, directamente, dar un paso al costado. Eligieron el último. Y aunque lo intentan vestir de estrategia, es evidente que se trata de un gesto de supervivencia.
Entre el silencio y el acompañamiento encubierto
Pese al repliegue, varios intendentes y referentes del MPN ya firmaron documentos para apoyar las candidaturas del actual oficialismo provincial. ¿Adhesión pragmática o disolución por goteo?
Desde adentro del partido repiten que esto no es una retirada, sino una pausa para reorganizarse. "El MPN no se oculta. Se reorganiza. No se debilita. Se cuida", reza el texto final. Pero la realidad es otra: el MPN hoy se achica para no seguir perdiendo. Y eso, en política, también es una forma de reconocer que el poder ya cambió de manos.
¿El fin de una era o el principio de otra?
De cara al futuro, el interrogante es inevitable: ¿estamos ante una retirada transitoria o ante el principio del fin de un modelo agotado? Habrá que empezar a pensar, sin romanticismo ni solemnidad, que quizás el próximo año el partido deba reversionarse: sumar nuevas caras, rostros comunes, sin apellidos blindados al poder. Y quién sabe… tal vez el destino del MPN termine, paradójicamente, en manos del rebelde Rolando Figueroa.
El 2026 es el año para conocer que le depara al MPN, ya que no podría saltearse la elección nacional del 2027 porque quedaría en riesgo de perder su personería política.
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El Gobierno refuerza la presencia del jefe de Estado en el interior ante la posibilidad de que haya un escenario de tercios en los cinco distritos en los que competirá la alianza de Provincias Unidas.